Acabada la estancia en Venecia, emprendimos camino a la ciudad renacentista por excelencia: Florencia. De camino pasamos por Padua y por Pisa. En Padua estuvinos poco tiempo: lo justo para visitar la basílica y comer un dulce típico del lugar. En Pisa tuvimos más tiempo: después de comer pudimos hacernos la foto "sujetando la torre" (para eso somos turistas, ¿no?) y, además visitar el baptisterio (con demostración de "audio" incluída) , el duomo y el cementerio (por cierto, ¡qué larga era la vida de los obispos y cardenales de la época en la que la gente "normal" moría sin cumplir 50 años. Además morían en gracia de Dios y pasaban a mejor vida: ahí es nada). Ni qué decir tiene que fue, aunque un poco caluroso, muy bonito.
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