Terminando esta pequeña serie sobre Donosti e Iparralde, nos quedaba por comentar el asunto gastronómico. Vamos a ello.
En Donosti, antes de ir a comer al Bera Bera probamos un pintxito en uno de los innumerables bares de lo viejo. Estaba rico, rico (no podía ser menos). El único asunto "raro" es que el txakolí lo tiraban como si fuese sidra. Parece que, al menos en aquel bar, es costumbre.
Cosas veredes...
En cuanto a la
comida del Bera Bera... muy pero que muy recomendable. No eran raciones grandes, pero si que fueron muchos platos: aperitivo cortesía del restaurante, cuatro entrantes, dos segundos platos ( pescado y carne con un sorbete de cava en medio) y un postre. Más que suficiente. Pudimos con todo y, aunque al llegar al último plato (cordero) ya empezaba a "pesar" la comida, no tuvimos esa sensación de hartazgo que en ocasiones se produce.
La cena en Baiona fue a base de platos frios: embutidos, panacota, patê... Un lugar agradable, junto al río. Aunque no fue para echar cohetes... estuvo bien.
La comida del dia siguiente, en Biarritz, la hicimos en una terraza del puerto. Muy marinero todo ello. Ensaladas ( de pulpo y mixta) bonito ( poco) con piperrada, langostinos a la plancha y...
moules: ¡que ricos que están!. No sé como puden ser tan pequeños pero... ¡ qué ricos! El vino... pues eso, que fresquito se dejaba beber.
Además, en los descansos que hicimos, cayó alguna que otra cervecilla.
Al respecto de todo esto se me ocurre un pequeño comentario: es verdad que hay lugares algo más caros que Getxo, pero... para verlos hemos tenido que pasar la frontera. Por aquí también los habrá pero aún no los hemos conocido. Paciencia, ya los veremos...